Voy camino al aeropuerto en búsqueda de Marie, nuestra nueva amiga y becaria por un año. Marie llega a Madrid con la mayor de las ilusiones, con toda la energía de su juventud, con todo el positivismo y las ganas de aprender. Su belleza es tan grande por dentro como por fuera. Ella es fruto del querer ser, del querer conocer, de la bondad que entiendo su familia y su cultura le han inyectado en el alma, de las ganas que su joven vida le han inyectado.
Yo, en cambio, soy un producto de muchos años de recorrer mundo y camino. Soy una mezcla de experiencia, de autoaprendizaje, de orgullo, del dolor de mis experiencias en la vida, del amor de los que aún me aman y del desamor de los que ya no me quieren. Esa es la vida y dentro de toda esta hay muchas cosas buenas y otras no tantas.
Hoy llega Marie y mirando y sintiendo su entusiasmo y sus deseos me gustarían poder volver a tener ese positivismo desmedido, esa candidez, esas ganas de comerme el mundo sin esperar nada más que aprender día a día. Quizá su llegada como la de mis otros/as amigos que han venido con ese mismo espíritu debieran ser mi inspiración para cambiar y ser mejor. Su llegada y su cariño también me demuestran cuan agradecido debería estar con tantos y tan buenos amigos que a la distancia de mi tierra natal, son mi familia y mi mayor apoyo en momentos de cansancio mental y espiritual.
Madrid, 14 de Agosto, 2010
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